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Felix Mar�a Samaniego | ||||||||||||
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LA CIGARRA Y LA HORMIGACantando la Cigarra pas� el verano entero, sin hacer provisiones all� para el invierno; los fr�os la obligaron a guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento. Viose desprove�da del precioso sustento: sin mosca, sin gusano, sin trigo, sin centeno. Habitaba la Hormiga all� tabique en medio, y con mil expresiones de atenci�n y respeto la dijo: �Do�a Hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste Cigarra, que alegre en otro tiempo, nunca conoci� el da�o, nunca supo temerlo. No dud�is en prestarme; que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo.� La codiciosa Hormiga respondi� con denuedo, ocultando a la espalda las llaves del granero: ��Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana, �qu� has hecho en el buen tiempo?� �Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento.� ��Hola! �conque cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo.� LA LECHERALlevaba en la cabeza una Lechera el c�ntaro al mercado con aquella presteza, aquel aire sencillo, aquel agrado, que va diciendo a todo el que lo advierte ��Yo s� que estoy contenta con mi suerte!� Porque no apetec�a m�s compa��a que su pensamiento, que alegre la ofrec�a inocentes ideas de contento, marchaba sola la feliz Lechera, y dec�a entre s� de esta manera: �Esta leche vendida, en limpio me dar� tanto dinero, y con esta partida un canasto de huevos comprar quiero, para sacar cien pollos, que al est�o me rodeen cantando el p�o, P�o. Del importe logrado de tanto pollo mercar� un cochino; con bellota, salvado, berza, casta�a engordar� sin tino, tanto, que puede ser que yo consiga ver c�mo se le arrastra la barriga. Llevar�lo al mercado, sacar� de �l sin duda buen dinero; comprar� de contado una robusta vaca y un ternero, que salte y corra toda la campa�a, hasta el monte cercano a la caba�a.� Con este pensamiento enajenada, brinca de manera que a su salto violento el c�ntaro cay�. �Pobre Lechera! �Qu� compasi�n! Adi�s leche, dinero, huevos, pollos, lech�n, vaca y ternero. �Oh loca fantas�a! �Qu� palacios fabricas en el viento! Modera tu alegr�a, no sea que saltando de contento, al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre su cantarillo la esperanza. No seas ambiciosa de mejor o m�s pr�spera fortuna, que vivir�s ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien fiaturo; mira que ni el presente est� seguro. EL ZAGAL Y LAS OVEJASEL ZAGAL Y LAS OVEJAS Apacentando un Joven su ganado, grit� desde la cima de un collado: ��Favor!, que viene el lobo, labradores.� Estos, abandonando sus labores, acuden prontamente, y hallan que es una chanza solamente. Vuelve a clamar, y temen la desgracia; segunda vez los burla. �Linda gracia! Pero �qu� sucedi� la vez tercera? Que vino en realidad la hambrienta fiera. Entonces el Zagal se desga�ita, y por m�s que patea, llora y grita, no se mueve la gente escarmentada, y el lobo le devora la manada. � Cu�ntas veces resulta de un enga�o, contra el enga�ador el mayor da�o! EL HOMBRE Y LA CULEBRAA una Culebra que, de fr�o yerta, en el suelo yac�a medio muerta un labrador cogi�; mas fue tan bueno, que incautamente la abrig� en su seno. Apenas revivi�, cuando la ingrata a su gran bienhechor traidora mata. LA ZORRA Y LAS UVASEs voz com�n que a m�s del mediod�a, en ayunas la Zorra iba cazando; halla una parra, qu�dase mirando de la alta vid el fruto que pend�a. Caus�bala mil ansias y congojas no alcanzar a las uvas con la garra, al mostrar a sus dientes la alta parra negros racimos entre verdes hojas. Mir�, salt� y anduvo en probaduras, pero vio el imposible ya de fijo. Entonces fue cuando la Zorra dijo: �No las quiero comer. No est�n maduras.� No por eso te muestres impaciente, si se te frustra, Fabio, alg�n intento: aplica bien el cuento, y di: No est�n maduras, frescamente. LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE OROErase una Gallina que pon�a un huevo de oro al due�o cada d�a. Aun con tanta ganancia mal contento, quiso el rico avariento descubrir de una vez la mina de oro, y hallar en menos tiempo m�s tesoro. Mat�la, abri�la el vientre de contado; pero, despu�s de haberla registrado, �qu� sucedi�? que muerta la Gallina, perdi� su huevo de oro y no hall� la mina. �Cu�ntos hay que teniendo lo bastante enriquecerse quieren al instante, abrazando proyectos a veces de tan r�pidos efectos que s�lo en pocos meses, cuando se contemplaban ya marqueses, contando sus millones, se vieron en la calle sin calzones. EL CUERVO Y EL ZORROEn la rama de un �rbol, bien ufano y contento, con un queso en el pico, estaba el se�or Cuervo. Del olor atra�do un Zorro muy maestro, le dijo estas palabras, a poco m�s o menos: �Tenga usted buenos d�as, se�or Cuervo, mi due�o; vaya que est�is donoso, mono, lindo en extremo; yo no gasto lisonjas, y digo lo que siento; que si a tu bella traza corresponde el gorjeo, juro a la diosa Ceres, siendo testigo el cielo, que t� ser�s el f�nix de sus vastos imperios.� Al o�r un discurso tan dulce y halague�o, de vanidad llevado, quiso cantar el Cuervo. Abri� su negro pico, dej� caer el queso; el muy astuto Zorro, despu�s de haberle preso, le dijo: �Se�or bobo, pues sin otro alimento, qued�is con alabanzas tan hinchado y repleto, digerid las lisonjas mientras yo como el queso.� Quien oye aduladores, nunca espere otro premio. |
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